Con esta confesión, Timberlake busca recontextualizar sus dificultades, afirmando: “No lo digo para que sientan pena por mí, sino para dar una idea sobre lo que he pasado tras bambalinas”.
Su estrategia de comunicación se centra en la transparencia para evitar malentendidos sobre sus problemas.
El cantante describió el impacto de la enfermedad, transmitida por garrapatas, como “implacablemente debilitante, tanto mental como físicamente”, y admitió haber quedado en “shock” tras el diagnóstico, el cual le ayudó a comprender el “dolor masivo en los nervios” y la “mucha fatiga” que sentía en el escenario.
Este acto de vulnerabilidad pública lo alinea con otras celebridades como Shania Twain y Justin Bieber, quienes también han compartido sus luchas con Lyme.
La decisión de Timberlake de hacer público su diagnóstico puede interpretarse como un movimiento de relaciones públicas calculado, especialmente considerando otros tropiezos recientes, como su detención por conducir ebrio, para generar empatía y ofrecer una explicación a su conducta.