La controversia pública se intensificó a raíz de un informe que citaba a Glenn Gordon, amigo cercano de Willis, quien afirmó que el actor se encuentra en la "etapa más dura de su enfermedad" y que "ya no puede hablar, leer ni caminar". Estas declaraciones pintaron un cuadro desolador que fue rápidamente replicado. Sin embargo, otros medios de comunicación abordaron esta información como un "rumor en redes sociales", lo que evidencia la dificultad que enfrenta la familia para manejar la narrativa sobre la condición del actor. La situación se ha convertido en un delicado desafío de relaciones públicas. La estrategia, hasta ahora, parece consistir en canalizar la información a través de amigos de confianza, como Gordon, para mantener un grado de control. No obstante, estas mismas declaraciones pueden ser interpretadas de manera alarmista, generando nuevos ciclos de noticias. La respuesta implícita del entorno de Willis es un intento por equilibrar la necesidad de informar a un público preocupado con la protección de la privacidad y la dignidad del actor en un momento extremadamente vulnerable.
