El suceso ocurrió en el Gillette Stadium de Boston, cuando la famosa ‘kiss cam’ del concierto enfocó a Byron junto a Kristin Cabot, directora de Recursos Humanos de su propia empresa. Al percatarse de que estaban siendo grabados para las pantallas gigantes, ambos reaccionaron con nerviosismo, intentando ocultarse, lo que avivó las sospechas. El momento fue inmortalizado por el comentario del vocalista de Coldplay, Chris Martin, quien bromeó: “O están teniendo una aventura… o son muy tímidos”. El video se difundió rápidamente en redes sociales, desatando una crisis de relaciones públicas. Como respuesta, Byron emitió un comunicado en el que pedía disculpas a su familia y a su equipo, aunque alegó que la grabación se hizo “sin mi consentimiento”. Poco después, la compañía confirmó que Byron había presentado su renuncia, la cual fue aceptada por el Consejo de Administración. La polémica se intensificó con testimonios de exempleados que calificaron la situación como “karma” y describieron a Byron como un “jefe conflictivo”. Mientras tanto, su esposa, Megan Kerrigan Byron, habría eliminado el apellido de su esposo de sus perfiles en redes sociales, una acción interpretada como una señal de una inminente separación. El caso ilustra la delgada línea entre la vida privada y la responsabilidad pública de los altos ejecutivos.
