Previamente, La Liendra había generado escepticismo al relatar en sus historias de Instagram una “pesadilla intensa” y una experiencia paranormal durante la grabación, lo que algunos interpretaron como una estrategia publicitaria. Ante la ola de críticas, Gómez se defendió en sus redes sociales, afirmando que no eliminaría el contenido.

Argumentó que su intención era puramente educativa, buscando enseñar a las nuevas generaciones sobre la magnitud del desastre. Además, negó que existiera un gran beneficio económico detrás del proyecto, explicando que su enfoque actual es producir contenido investigativo.

Sostuvo que las imágenes utilizadas forman parte del archivo histórico divulgado por los medios durante décadas y son necesarias para preservar la memoria colectiva.