Ante la presión, Kika Nieto publicó un video en Instagram para explicar su postura.

Afirmó que su motivación principal era espiritual y que el viaje fue un “intercambio” donde se cubrieron sus gastos, pero sin un guion preestablecido.

Nieto se defendió de las acusaciones de apoyar un genocidio, declarando: “Defiendo la vida, sin importar nacionalidad, religión o ideología.

Todas las vidas valen, y punto”.

Sin embargo, sus explicaciones no lograron calmar la controversia.

Los artículos sitúan este evento en el contexto de las políticas de “hasbara” o diplomacia pública israelí, que buscan mejorar la imagen del país a nivel internacional, a menudo a través de viajes patrocinados para figuras mediáticas. El caso colombiano avivó un debate sobre la responsabilidad ética de los influenciadores y su papel en la formación de opinión pública en temas geopolíticos sensibles.