Este dato, aunque curioso, la llevó a una profunda reflexión sobre el valor del tiempo.

En su mensaje, Turbay invitó a su comunidad a no dar por sentada la existencia y a ver cada jornada como una oportunidad de aprendizaje.

“Son 20.000 amaneceres, 20.000 lunas, 20.000 veces asistiendo a la escuela de la vida, porque al final esto es un aprendizaje. Hay que disfrutarlo porque esto es un regalo”, expresó. Su regreso fue un acto de sinceridad en el que transformó su dolor en un llamado a valorar cada instante, resonando fuertemente entre sus seguidores.