Sharpe enfrentó graves acusaciones que incluían agresión, agresión sexual, lesiones corporales y angustia emocional intencional, con una demanda por 50 millones de dólares.
Él negó las acusaciones, calificándolas como un intento de extorsión, y su equipo legal divulgó mensajes para argumentar que la relación fue consensensual.
Finalmente, ambas partes llegaron a un acuerdo privado.
Este escándalo contrasta fuertemente con su éxito mediático.
Su pódcast, 'Club Shay Shay', ha alcanzado un estatus monumental, acumulando más de 100 millones de vistas mensuales y ganando un NAACP Image Award en 2025. Esta plataforma se ha convertido en un pilar de la cultura deportiva. Además de su éxito en los medios, Sharpe ha incursionado en los negocios con su marca de coñac Le Portier y ha participado en campañas para marcas como Reebok y Pepsi. Su patrimonio neto se estima en 30 millones de dólares. La situación actual muestra la compleja dualidad de su figura: por un lado, un ícono mediático y empresario exitoso; por otro, una figura pública envuelta en una seria controversia legal que le costó su puesto en una de las cadenas deportivas más grandes del mundo.