La demanda, iniciada originalmente por la administración de Donald Trump en 2020 y continuada por el gobierno de Joe Biden, representaba una amenaza existencial para la compañía de Mark Zuckerberg. De haber prosperado, Meta habría perdido dos de sus principales fuentes de ingresos y pilares estratégicos: Instagram, clave para competir con TikTok, y WhatsApp, una de las aplicaciones de mensajería líderes en el mundo.