El plan, que fue respaldado por poco más del 75 % del accionariado, está condicionado al cumplimiento de metas extremadamente ambiciosas durante los próximos años. Para que Musk acceda al monto completo, Tesla debe alcanzar objetivos como entregar 20 millones de vehículos eléctricos en diez años, multiplicar por seis el valor de la empresa y vender un millón de robots humanoides. Además, el empresario planea construir una planta de chips para convertir a Tesla en una potencia de inteligencia artificial. La presidenta del consejo de administración, Robyn Denholm, defendió el acuerdo argumentando que el liderazgo de Musk es indispensable y que su eventual salida "supondría la pérdida de miles de millones de dólares en capitalización bursátil". Sin embargo, la medida enfrentó la oposición de importantes accionistas institucionales, como el fondo soberano de Noruega, que expresaron su preocupación por la magnitud del paquete. Analistas advierten que la suma, aunque condicionada, envía una señal de apuesta agresiva por el futuro de Tesla, mientras que otros ven riesgos reputacionales por la percepción de desequilibrio en las compensaciones ejecutivas. De concretarse, este paquete no solo impulsaría la fortuna de Musk a niveles sin precedentes, convirtiéndolo en el primer "billonario" (trillionaire en inglés), sino que también consolidaría su control sobre la compañía, al permitirle ampliar su participación accionaria hasta un 25 %.