Este movimiento busca fortalecer su infraestructura tecnológica, reducir la dependencia de proveedores como Nvidia y optimizar sus costos operativos en medio de una creciente demanda de capacidad de cómputo. El proyecto, valorado en 10.000 millones de dólares según informes, contempla la creación de chips personalizados (conocidos como XPUs) y equipos de red, lo que permitirá a OpenAI tener un mayor control sobre su cadena de suministro de hardware. Esta estrategia es fundamental para sostener el desarrollo y la operación de sus modelos de lenguaje a gran escala, como los que impulsan a ChatGPT. La decisión de OpenAI de desarrollar su propio silicio refleja una tendencia creciente entre los gigantes tecnológicos, como Apple y Google, que buscan optimizar el rendimiento y la eficiencia de sus sistemas mediante hardware diseñado a medida. En el contexto actual, donde algunos analistas advierten sobre una posible “burbuja de IA” con inversiones y valoraciones que superan las de la era de las puntocom, asegurar la infraestructura computacional se ha vuelto un factor crítico de competitividad. Esta alianza posiciona a OpenAI para mitigar los riesgos de la dependencia de un único proveedor y para escalar sus operaciones de manera más sostenible, en un mercado donde la demanda de potencia de cálculo para IA sigue en aumento.