Según las filtraciones, la pantalla abierta sería de 8 pulgadas y la compañía estaría trabajando en minimizar la visibilidad del pliegue utilizando tecnología in-cell, la misma que emplea en sus iPhones convencionales.
El dispositivo contaría con un sistema de cuatro cámaras: una frontal, dos traseras (tradicional y ultra gran angular) y una interna para videollamadas. Uno de los cambios más significativos sería el regreso de Touch ID, que estaría integrado en la pantalla, en lugar de Face ID, debido a los desafíos de implementar un sensor facial fiable en un dispositivo flexible. Se espera que el precio sea elevado, posicionándose en la gama más exclusiva del mercado, con estimaciones que lo sitúan entre 2.000 y 2.500 dólares. Este lanzamiento formaría parte de un plan de rediseño a tres años que también incluiría un iPhone ultradelgado en 2025 y un modelo con cristal curvo para 2027, coincidiendo con el vigésimo aniversario del iPhone.