Esta problemática, exacerbada por la pandemia, amenaza con convertirse en una crisis social profunda si no se implementan políticas económicas focalizadas.
El análisis de esta situación revela que la capital de Córdoba enfrenta una coyuntura laboral compleja, donde los jóvenes, y en especial las mujeres jóvenes, son el rostro más visible de la desocupación. Según el economista Jaime Morón, miembro de la Red Ormet Caribe, la falta de experiencia es una barrera casi insuperable para este grupo poblacional, creando un círculo vicioso difícil de romper. “La única manera que un joven consiga experiencia es que le den empleo, y si no hay empleo, no la obtiene”, afirmó Morón, subrayando la paradoja que limita el desarrollo profesional de la juventud. La pandemia de COVID-19 agravó esta realidad, ya que ciudades con estructuras empresariales formales débiles, como Montería, sufrieron un impacto laboral más severo, empujando a muchos a la informalidad.
En este contexto, las mujeres jóvenes fueron las más perjudicadas, pues muchas abandonaron la búsqueda de empleo para dedicarse a labores de cuidado no remuneradas. La contundente afirmación de Morón resume la magnitud de la brecha de género: “Si uno toma un monteriano al azar, la mayor probabilidad es que la persona desempleada sea una mujer joven”. La solución propuesta por el experto no radica en la creación de empleos precarios, sino en el fortalecimiento del tejido empresarial. “El motor del crecimiento económico son los empresarios.
Lo que se debe hacer es ofrecerles herramientas y condiciones para que puedan generar empleo de calidad, dentro de la formalidad y cumpliendo todas las normas laborales”, concluyó.











