Sin embargo, la realidad en muchos hogares es distinta.

Un gran número de ellas labora sin un contrato formal que respalde su relación laboral, lo que las deja en una situación de extrema vulnerabilidad. Esta informalidad facilita que los empleadores evadan sus responsabilidades, como el pago de horas extras o el reconocimiento de los periodos de descanso. El Ministerio de Trabajo ha manifestado su compromiso de intensificar las labores de inspección, vigilancia y control para asegurar el cumplimiento de la normativa. No obstante, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil advierten que las promesas gubernamentales deben materializarse en acciones concretas y efectivas. Entre las demandas se encuentran la realización de campañas de sensibilización dirigidas tanto a empleadoras como a trabajadoras, la imposición de sanciones severas a quienes incumplan la ley y la creación de programas de capacitación que empoderen a las trabajadoras sobre sus derechos y cómo exigirlos. La dignificación del trabajo doméstico sigue siendo una deuda histórica y un paso indispensable para la justicia social en Colombia.