El proyecto “Raíces, mujeres sembradoras del cambio”, liderado por ONU Mujeres, ha fortalecido las capacidades productivas y organizativas de más de 800 mujeres en Nariño, Cauca y Valle del Cauca, apoyando 26 emprendimientos. Por otro lado, un informe de la Fundación WWB Colombia destaca que las barreras para la inclusión financiera van más allá de lo económico, incluyendo factores culturales y la desconfianza en las instituciones. El informe propone recomendaciones como crear productos financieros con enfoque de género, fortalecer la educación digital y forjar alianzas entre el Estado, la banca y las comunidades para generar un cambio estructural.
La desigualdad laboral de las mujeres rurales marca la agenda en su día internacional
En el marco del Día Internacional de las Mujeres Rurales, diversas organizaciones y reportajes han puesto de manifiesto la profunda brecha de género que persiste en el campo colombiano. La falta de ingresos propios, la sobrecarga del trabajo de cuidado no remunerado y las barreras para acceder a recursos productivos son los principales obstáculos para su autonomía económica y desarrollo integral. Según cifras del DANE, la situación es alarmante: el 44% de las mujeres rurales no cuenta con ingresos propios y el 25,9% de los hogares rurales con jefatura femenina se encuentra en situación de pobreza multidimensional. Además, la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) revela que ellas asumen la mayor parte del trabajo de cuidado no remunerado, lo que limita sus oportunidades de participación en la vida económica y política. A pesar de este panorama, existen iniciativas que buscan revertir esta realidad.



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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.






