Esta generación de trabajo busca impulsar las economías locales y ofrecer oportunidades a las comunidades rurales.

Según el Departamento Nacional de Planeación (DNP), estas vías no son solo carreteras, sino “oportunidades de vida, comercio y reconciliación”. El plan se enmarca en una política de paz territorial que integra la construcción de infraestructura con el desarrollo socioeconómico y la consolidación de la presencia estatal. Además del empleo, se esperan beneficios como ahorros anuales de $2,5 billones en costos de operación vehicular y una reducción de 18,7 millones de horas de viaje al año. El programa simboliza un cambio en la política de infraestructura, utilizándola como un instrumento para la equidad, la integración y la reparación histórica de los territorios olvidados.