Sin embargo, este promedio nacional esconde dinámicas complejas y contradictorias.

Mientras el indicador general muestra una ligera mejora, en el agregado de las 23 principales ciudades y áreas metropolitanas se registró un incremento de 0,5 puntos porcentuales, pasando de 42,9 % en 2024 a 43,4 % en 2025. Este dato sugiere que en los principales centros urbanos, parte de la nueva ocupación podría ser de carácter precario.

El comportamiento por ciudades es heterogéneo. Por ejemplo, Ibagué fue una de las cinco ciudades donde más cayó la informalidad, reduciéndose 2,6 puntos porcentuales para ubicarse en 47,3 %.

Bogotá también mostró una reducción significativa, alcanzando un 34 %.

En contraste, en Neiva la informalidad repuntó y afecta al 52,9 % de sus trabajadores, mientras que en Montería aumentó a un preocupante 64,1 %, superando ampliamente el promedio nacional. La persistencia de la informalidad implica que millones de colombianos enfrentan un panorama de salarios bajos, largas jornadas y dificultades para acceder a una pensión, lo que limita el impacto positivo de la reducción del desempleo en la calidad de vida de la población.