Esta situación evidencia un profundo desajuste entre el sistema educativo y las demandas reales del sector productivo.
El hallazgo de la OCDE es respaldado por datos nacionales que confirman esta tendencia. Según información del Servicio Público de Empleo (SPE) correspondiente a 2023, el nivel educativo más demandado por los empleadores fue el de bachillerato, con un 29,8 % de las vacantes registradas. En contraste, los perfiles con formación universitaria solo fueron requeridos en el 20,6 % de las ofertas, una cifra similar a la de los técnicos (20 %). Esta brecha sugiere que el mercado laboral no está absorbiendo adecuadamente a los profesionales que forma el sistema de educación superior. La percepción de los propios jóvenes refuerza esta idea. Un informe de Antioquia Cómo Vamos reveló que el 70 % de los jóvenes en el departamento considera que su formación no tiene relación con las exigencias del mercado laboral, y dos de cada cinco no se sienten preparados para ingresar a la universidad. Este desajuste plantea serios interrogantes sobre la pertinencia de los programas académicos y la necesidad de una mayor articulación entre las universidades y el sector empresarial para alinear la oferta educativa con las necesidades económicas del país, evitando así la frustración y el subempleo de los graduados.