El empleo informal continúa siendo uno de los mayores desafíos para la economía colombiana, afectando a más de la mitad de la población ocupada. Datos recientes del DANE confirman la persistencia de esta problemática, que limita el acceso a la seguridad social y a condiciones de trabajo dignas para millones de personas. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), para el trimestre de mayo a julio de 2025, el 55 % de los trabajadores en Colombia se encontraba en condiciones de informalidad. Esta cifra, aunque muestra una leve reducción, evidencia que más de la mitad de la fuerza laboral carece de seguridad social, estabilidad y prestaciones. La situación es aún más crítica en las zonas rurales, donde la informalidad alcanza un alarmante 83,1 %, lo que subraya una profunda brecha territorial.
Sectores como el agrícola, el comercio y los oficios independientes concentran la mayor parte de estos empleos. La reforma laboral de 2025 aborda este problema al introducir incentivos para la formalización, como subsidios a la seguridad social para pequeños empleadores, y al endurecer las sanciones contra la contratación informal o los contratos de prestación de servicios que encubren relaciones laborales. Sin embargo, el reto es mayúsculo, especialmente para los jóvenes, como se evidencia en el departamento del Huila, donde a pesar de un aumento en la ocupación juvenil, la mayoría de los empleos son de baja productividad y sin garantías legales. Esta realidad perpetúa un ciclo de vulnerabilidad económica y desigualdad, limitando no solo el bienestar de los trabajadores, sino también el desarrollo sostenible del país.
En resumenLa informalidad laboral se mantiene como un problema estructural en Colombia, con un 55 % de la fuerza laboral afectada, cifra que se dispara al 83,1 % en zonas rurales. A pesar de los esfuerzos gubernamentales, como la reforma laboral, para incentivar la formalización, la falta de seguridad social y estabilidad sigue siendo la norma para millones de trabajadores, especialmente jóvenes y del sector agrícola, lo que perpetúa la desigualdad y la vulnerabilidad económica.