A pesar del panorama favorable, persisten desafíos estructurales.

La informalidad laboral, aunque disminuyó 1,2 puntos porcentuales, se mantiene en un elevado 54,8 % a nivel nacional, lo que significa que más de la mitad de los trabajadores carecen de protecciones sociales. Asimismo, la brecha de género sigue siendo una preocupación: la tasa de desempleo para las mujeres fue del 11,1 %, considerablemente superior al 7,1 % registrado para los hombres. Estos indicadores subrayan la necesidad de políticas públicas que no solo fomenten la creación de empleo, sino que también mejoren su calidad y promuevan una mayor equidad en el acceso al mercado laboral.