A pesar de esta mejora, la cifra sigue siendo alarmantemente alta.

La situación es aún más crítica en los centros poblados y las zonas rurales dispersas, donde la informalidad alcanza un 83,1%.

El presidente Gustavo Petro señaló que esta alta tasa rural se debe en gran medida al campesinado, “abandonado por décadas por el Estado, sin sistema pensional y de salud”. Por su parte, el presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, ha subrayado la precariedad de esta situación, afirmando que los trabajadores informales son “empleados sin ningún tipo de protección” y que “reciben el 40% de los ingresos que reciben los trabajadores formales colombianos”. En Neiva, la informalidad también aumentó, llegando al 51,2% de los ocupados. Este panorama evidencia un problema estructural profundo que va más allá de la simple creación de empleo, pues implica la necesidad de garantizar condiciones laborales justas, con acceso a seguridad social y salarios adecuados, un reto que sigue siendo prioritario para el desarrollo económico y social del país.