Ferias de Empleo Masivas Buscan Impulsar la Contratación en el País
A lo largo del país, las ferias de empleo se han consolidado como una estrategia clave para dinamizar el mercado laboral y conectar de manera directa a empresas con miles de buscadores de trabajo. Eventos masivos en ciudades como Bogotá, Cúcuta, Medellín y Palmira evidencian un esfuerzo coordinado para ofrecer un amplio abanico de vacantes en diversos sectores productivos. En Bogotá, la estrategia ‘Talento Capital’ organizó una feria en Theatron con una oferta de 4.000 vacantes, de las cuales 780 no requerían experiencia previa, abriendo oportunidades para bachilleres, técnicos y profesionales. Cúcuta, por su parte, se preparó para la feria “Empleo para la paz y la inclusión”, que puso a disposición un total de 3.019 vacantes en áreas como hotelería y comercio, destacando un enfoque incluyente sin límite de edad. En Medellín, el “Festival de Oportunidades”, en el marco de la Semana de la Juventud, reunió a más de 50 empresas y 20 aliados educativos para facilitar el primer empleo y el acceso a becas y formación. De manera similar, la Gran Feria de Empleo en Palmira proyectó más de 1.000 vacantes en sectores como producción, logística y salud, con la participación de 25 empresas de la región. A estas iniciativas presenciales se suman las virtuales, como la organizada por Nestlé, que congrega a más de 110 empresas con una oferta superior a 7.000 vacantes a nivel regional. Estas jornadas no solo publican ofertas, sino que también brindan asesoría en la elaboración de hojas de vida y preparación para entrevistas, fortaleciendo el perfil de los aspirantes.



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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.






