Iniciativas en Bello y Medellín se enfocan en generar oportunidades para personas mayores de 50 años y con discapacidad, buscando valorar su experiencia y promover la equidad. En el municipio de Bello, la Alcaldía lanzó la convocatoria “50+”, una estrategia que busca vincular a 100 asesores comerciales externos mayores de 50 años, sin exigir un nivel académico específico. William Montoya Cuartas, secretario de Innovación y Desarrollo Económico de Bello, destacó: “Con esta estrategia queremos demostrar que la experiencia y el conocimiento de las personas mayores de 50 años son un valor agregado para las empresas y para la ciudad”. Esta iniciativa se complementa con una feria de empleo y oportunidades en Medellín, organizada por Comfenalco Antioquia y la Alcaldía, también dirigida a este segmento de la población. Adicionalmente, Bello ha abierto una convocatoria de formación y empleo en el sector de la confección, denominada ‘Confección sin barreras’, diseñada para integrar a personas con discapacidad auditiva junto a participantes oyentes. Este programa garantiza un contrato de aprendizaje durante la fase práctica, con la posibilidad de una vinculación laboral posterior. Estas acciones demuestran un enfoque proactivo para derribar las barreras del mercado laboral y fomentar un entorno de trabajo más diverso y equitativo.
Promueven Empleo Inclusivo para Mayores de 50 Años y Personas con Discapacidad
Diversas administraciones locales están implementando estrategias de empleo inclusivo, dirigidas a poblaciones que históricamente enfrentan barreras para acceder al mercado laboral formal.



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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.






