Datos recientes revelan una problemática que afecta a millones y expone profundas brechas de género y territoriales. Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en Colombia hay 2,49 millones de jóvenes en esta situación, una población que se encuentra desconectada del sistema educativo y del mercado laboral. La problemática golpea con mayor fuerza a las mujeres, quienes representan el 68 % del total, es decir, cerca de 1,69 millones, evidenciando barreras históricas que limitan su participación. Un informe de la Alianza por la Inclusión Laboral (AIL) complementa este panorama, señalando que el 43 % de la juventud colombiana está desconectada del sistema, lo que demuestra la fragilidad del puente entre la formación y la empleabilidad. La informalidad es otro factor crítico, ya que el 57,1 % de los jóvenes ocupados lo hacen en condiciones precarias, con ingresos promedio de $907.200 mensuales. La desigualdad territorial agrava la situación; en departamentos como Guainía y Vaupés, apenas 2 de cada 10 jóvenes acceden a la educación superior. Adriana María Lloreda, líder de la AIL, resume la complejidad del fenómeno: “Cuando se cruzan factores como la pobreza, el género o el lugar de nacimiento, el hilo se tensa más. Y cuando demasiados hilos se rompen, el tejido social ya no abriga, se vuelve frágil, desigual e insuficiente”.
Esta situación no responde a decisiones individuales, sino a un sistema que acumula obstáculos y limita el desarrollo del potencial juvenil.