Las cifras oficiales revelan que millones de jóvenes, mayoritariamente mujeres, no estudian ni trabajan, lo que evidencia barreras persistentes para su desarrollo e inclusión. Según informes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), más de 2,49 millones de jóvenes entre 15 y 28 años se encuentran en la categoría de “ninis”, lo que representa el 24,2% de la población en ese rango de edad. La brecha de género es alarmante, ya que el 68% de esta cifra corresponde a mujeres (aproximadamente 1,69 millones), frente a 795.000 hombres. La Alianza por la Inclusión Laboral presenta un panorama aún más amplio, señalando que el 43% de los jóvenes colombianos está desconectado del sistema, una situación atribuida a una “suma de factores como pobreza, desigualdad territorial, baja calidad educativa, falta de orientación e informalidad laboral”. Esta problemática se agudiza en las regiones periféricas; en departamentos como Guainía y Vaupés, la cobertura en educación media no supera el 11%, y en Amazonas y Vaupés, solo dos de cada diez jóvenes acceden a la educación superior. Incluso para quienes logran emplearse, las condiciones son precarias: el 57,1% trabaja en la informalidad con ingresos promedio de $907.200 pesos mensuales. Adriana Lloreda, de la Alianza por la Inclusión Laboral, subraya la interseccionalidad del problema: “Cuando se cruzan la pobreza, el género o el lugar donde se nace, el hilo se tensa más. Y cuando demasiados hilos se rompen, el tejido social ya no abriga, se vuelve frágil, desigual e insuficiente”.