Este resultado, superior a las expectativas del mercado, intensifica la presión sobre el Banco de la República y condiciona las próximas decisiones de política monetaria y la negociación del salario mínimo. El persistente aumento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se explica en gran medida por el comportamiento de los precios regulados y los alimentos. El gas natural, en particular, registró una variación anual del 13,28 %, convirtiéndose en uno de los principales impulsores del alza. Los análisis de entidades como BBVA Research y Corficolombiana señalan que, si bien existen efectos base desfavorables, la persistencia de presiones internas, como la alta indexación en servicios que alcanzó el 93 %, confirma la dificultad de una convergencia rápida hacia la meta del 3 % del banco central. Las medidas de inflación básica, que excluyen los componentes más volátiles, también mostraron un fuerte repunte, con la medida núcleo 15 alcanzando un nuevo máximo para el año en 5,56 %. Ante este escenario, la mayoría de los analistas y el propio Banco de la República han adoptado una postura de cautela. El gerente del emisor, Leonardo Villar, reconoció la "posibilidad indeseable" de tener que revertir los recortes de tasas de interés si las presiones inflacionarias no ceden.

Firmas como J.P.

Morgan han ajustado sus proyecciones para el cierre de 2025 a 5,2 % y para 2026 a 4,6 %, lo que implicaría que el país completaría seis años consecutivos fuera del rango meta (2 %-4 %).