La Junta Directiva del Banco de la República decidió mantener inalterada la tasa de interés de política monetaria en 9,25%, en una postura de cautela ante presiones inflacionarias y fiscales. La decisión, adoptada por mayoría, refleja la persistencia de expectativas de inflación por encima de la meta del 3%. La determinación fue adoptada con cuatro votos a favor de la estabilidad, mientras que dos miembros propusieron una reducción de 50 puntos básicos y uno respaldó un recorte de 25 puntos básicos. Esta es la cuarta reunión consecutiva en la que la tasa se mantiene en 9,25%, nivel vigente desde abril de 2025. La principal justificación del Emisor es el comportamiento de la inflación, que en agosto se ubicó en 5,1%, y las expectativas de los analistas, que proyectan una mediana de 5% para 2025 y 4% para 2026, cifras que superan el objetivo del banco. El gerente Leonardo Villar ha señalado que la tasa actual es “suficientemente restrictiva para garantizar la convergencia de la inflación a la meta”, pero no impide la recuperación económica. La decisión generó críticas por parte del Gobierno.
El ministro de Hacienda, Germán Ávila, expresó su desacuerdo, afirmando que es una posición que “no acompaña un propósito de estimular el crecimiento económico”. El presidente Gustavo Petro también ha insistido en que la tasa debe bajar más rápido. Analistas del mercado, como los del Banco de Bogotá, proyectan que la tasa se mantendrá en 9,25% hasta mediados de 2026, debido a los riesgos fiscales y la presión que podría generar el ajuste del salario mínimo. La postura del banco central sugiere que los próximos movimientos dependerán de la evolución de la inflación y el entorno económico, priorizando la estabilidad de precios sobre una flexibilización monetaria acelerada.
En resumenLa decisión del Banco de la República de mantener la tasa de interés en 9,25% subraya su enfoque prioritario en el control de la inflación, a pesar de las presiones del Gobierno para estimular la economía. La votación dividida en la Junta y las elevadas expectativas de inflación sugieren que la cautela monetaria prevalecerá en el corto plazo, manteniendo el costo del crédito en niveles restrictivos.