A cambio, Estados Unidos ofrecería garantías de seguridad frente a futuras agresiones.

La propuesta ha sido recibida de manera diametralmente opuesta por los principales actores. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, la rechazó de plano, asegurando que no "traicionará" a su país y que se encuentra ante la disyuntiva de "perder su dignidad o a un socio clave". Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin, consideró que el plan podría ser una "base para un acuerdo", aunque advirtió que si Kiev lo rechaza, Moscú continuará su ofensiva.

Donald Trump justificó la urgencia de su propuesta, calificando la guerra como "una masacre fuera de control" y fijó el Día de Acción de Gracias como fecha límite para una respuesta. La presión estadounidense ha provocado una reacción de unidad entre los líderes de Alemania, Francia y el Reino Unido, quienes, junto a Zelenski, recalcaron que cualquier negociación debe proteger los intereses ucranianos y europeos a largo plazo, enviando una señal de cohesión frente a la iniciativa de Washington.