Esta decisión tiene un impacto directo en países de América Latina como Colombia, principal proveedor de café, así como Argentina, Ecuador, El Salvador y Guatemala, con quienes se anunciaron acuerdos comerciales paralelos.

El arancel del 10 % sobre el café colombiano, por ejemplo, vuelve a ser del 0 %.

La Casa Blanca justificó la medida como un esfuerzo para aliviar “rápidamente” los precios de la canasta básica. Críticos y economistas interpretaron el viraje como un reconocimiento implícito de que las políticas proteccionistas anteriores contribuyeron a la inflación, y como una maniobra política para responder al descontento del electorado ante la situación económica.