El gobierno de Estados Unidos oficializó su ofensiva militar en el Caribe y el Pacífico bajo el nombre de “Operación Lanza del Sur”, una campaña destinada a combatir lo que Washington denomina “narcoterrorismo”. La operación, que incluye el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford, ha resultado en la destrucción de numerosas embarcaciones y la muerte de decenas de personas, generando preocupación internacional. El secretario de Guerra, Pete Hegseth, anunció la operación el 13 de noviembre, afirmando que fue ordenada por el presidente Trump para “expulsar a los narcoterroristas de nuestro hemisferio”.
Desde septiembre, las fuerzas estadounidenses han realizado al menos 21 ataques contra supuestas “narcolanchas”, causando más de 83 muertes.
Estas acciones han sido calificadas por la ONU y varios países como posibles “ejecuciones extrajudiciales”.
La justificación legal de estos ataques, según un memorando del Departamento de Justicia revelado por el ‘New York Times’, se basa en afirmaciones de la propia Casa Blanca de que el país se encuentra en un “conflicto armado” contra los carteles. Esta postura ha generado fricciones diplomáticas, llevando a aliados clave como el Reino Unido y Colombia a suspender el intercambio de inteligencia con Washington para estas operaciones, por considerar que podrían violar el derecho internacional.
Rusia también expresó su preocupación, pidiendo a EE.
UU. evitar acciones que desestabilicen la región.
En resumenLa formalización de la 'Operación Lanza del Sur' marca una escalada significativa de la acción militar de EE. UU. en América Latina, empleando fuerza letal contra presuntos narcotraficantes bajo un marco de 'narcoterrorismo', lo que ha provocado numerosas víctimas y ha suscitado la condena y la fricción diplomática incluso por parte de aliados clave.