Esta postura subraya la priorización de los intereses económicos y estratégicos sobre las preocupaciones de derechos humanos. A pesar de que la CIA concluyó que Bin Salmán ordenó el asesinato y descuartizamiento de Khashoggi en 2018, Trump defendió públicamente al líder saudí.
Durante un encuentro con la prensa, el mandatario estadounidense restó importancia al crimen con frases como: “A mucha gente no le gustaba ese caballero”.
Esta defensa se produjo en un contexto de importantes anuncios económicos y militares que consolidan la relación bilateral. Bin Salmán anunció una inversión de hasta un billón de dólares en Estados Unidos, principalmente en tecnología e inteligencia artificial. Simultáneamente, Trump confirmó su respaldo a la venta de aviones de combate F-35 a la monarquía y designó a Arabia Saudita como un “aliado militar prioritario fuera de la OTAN”. La reunión en la Casa Blanca, descrita como un encuentro con los máximos honores, selló una alianza estratégica que había quedado fracturada tras el asesinato del periodista del ‘Washington Post’. La priorización de los acuerdos económicos y de defensa sobre las acusaciones de violaciones a los derechos humanos define la política exterior de la administración Trump hacia uno de sus socios clave en Oriente Medio.













