En dichos mensajes, Epstein afirmaba que Trump “sabía sobre las chicas” y que había pasado “horas” con una de las víctimas en su casa.

Ante estas revelaciones, el presidente declaró que los republicanos no tienen “nada que ocultar” y pidió apoyar la iniciativa legislativa para la desclasificación.

Simultáneamente, Trump lanzó una contraofensiva, calificando el asunto como una “cacería de brujas” y ordenando al Departamento de Justicia investigar los vínculos de Epstein con figuras demócratas, incluyendo al expresidente Bill Clinton y al exsecretario del Tesoro Larry Summers.

Esta estrategia busca desviar la atención y presentar las acusaciones en su contra como una maniobra política. El cambio de postura ha sido interpretado como una respuesta a la creciente presión pública y política, en un intento por controlar la narrativa de un escándalo que amenaza con implicar a figuras de alto perfil de ambos partidos.