El presidente Donald Trump ejecutó un sorpresivo giro en su postura frente al caso del delincuente sexual Jeffrey Epstein, instando a los republicanos a votar por la divulgación completa de los archivos. Este cambio ocurre tras semanas de oposición y en medio de la publicación de correos electrónicos donde Epstein sugiere que Trump tenía conocimiento de sus actividades ilícitas. Inicialmente, la Casa Blanca se había opuesto a un proyecto de ley que obligaría al Departamento de Justicia a publicar todo el expediente de Epstein, lo que generó tensiones dentro del Partido Republicano y críticas de aliados como la congresista Marjorie Taylor Greene. Sin embargo, tras la divulgación de nuevos correos electrónicos por parte de los demócratas, la postura de Trump cambió radicalmente.
En dichos mensajes, Epstein afirmaba que Trump “sabía sobre las chicas” y que había pasado “horas” con una de las víctimas en su casa.
Ante estas revelaciones, el presidente declaró que los republicanos no tienen “nada que ocultar” y pidió apoyar la iniciativa legislativa para la desclasificación.
Simultáneamente, Trump lanzó una contraofensiva, calificando el asunto como una “cacería de brujas” y ordenando al Departamento de Justicia investigar los vínculos de Epstein con figuras demócratas, incluyendo al expresidente Bill Clinton y al exsecretario del Tesoro Larry Summers.
Esta estrategia busca desviar la atención y presentar las acusaciones en su contra como una maniobra política. El cambio de postura ha sido interpretado como una respuesta a la creciente presión pública y política, en un intento por controlar la narrativa de un escándalo que amenaza con implicar a figuras de alto perfil de ambos partidos.
En resumenEl caso Epstein se ha convertido en un desafío político para el presidente Trump. Tras la filtración de correos incriminatorios y la presión interna de su partido, Trump revirtió su posición y ahora apoya la publicación de todos los archivos del caso. Su estrategia consiste en desviar la culpa pidiendo investigaciones sobre las conexiones de los demócratas con Epstein, convirtiendo una situación defensiva en un contraataque político mientras navega por las divisiones dentro del Partido Republicano.