La tensión ha provocado fisuras diplomáticas, llevando a Colombia y al Reino Unido a suspender temporalmente la cooperación de inteligencia con EE.

UU. en protesta por los ataques.

En paralelo a esta demostración de fuerza, el presidente Trump ha manifestado su disposición a dialogar “en algún momento” con Maduro, quien a su vez ha respondido estar listo para conversar “cara a cara”.

Esta dualidad entre la amenaza militar y la oferta diplomática crea un escenario de alta incertidumbre, interpretado por analistas como una estrategia calculada para debilitar al régimen venezolano mientras se reafirma la hegemonía estadounidense en el hemisferio.