La respuesta del Kremlin fue inmediata y contundente.

El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, afirmó que si algún país abandona la moratoria, Rusia "actuará de acuerdo con la nueva situación y responderá simétricamente". Por su parte, el expresidente Dmitri Medvédev advirtió que las palabras de Trump obligarían a Rusia a evaluar la realización de sus propias pruebas a gran escala. El presidente Vladimir Putin, aunque matizó que su país no amenaza a nadie, ordenó evaluar la viabilidad de preparar dichos ensayos. Esta escalada verbal amenaza con dejar sin efecto el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE), aprobado por la ONU en 1996, que, aunque no fue ratificado por EE.

UU., había sido respetado en la práctica.

Expertos y organizaciones como Ploughshares Fund han calificado la retórica como "realmente inquietante", advirtiendo que el desmantelamiento de los tratados de no proliferación podría llevar a un escenario donde la única solución sea "fabricar y desplegar más armas".