La iniciativa, impulsada por los senadores Tim Kaine (demócrata) y Rand Paul (republicano), pretendía reafirmar el poder constitucional del Congreso para declarar la guerra.

Kaine argumentó que “los ataques ilegales de Trump contra barcos en el Caribe y las amenazas de ataques terrestres en Venezuela ponen a Estados Unidos en riesgo de guerra de forma imprudente e innecesaria”. El debate se produjo en medio de la intensificación de las operaciones del Comando Sur, que han incluido el bombardeo de más de una docena de embarcaciones con un saldo de decenas de muertos. La administración Trump justifica estas acciones como una lucha contra el “narcoterrorismo”, vinculando al gobierno de Maduro con carteles de la droga. A pesar de que funcionarios del gobierno declararon no tener planes actuales de atacar territorio venezolano, la retórica del presidente ha sido contundente, afirmando que los días de Maduro “están contados”. La mayoría republicana en el Senado defendió la potestad de Trump como comandante en jefe para actuar en defensa de la seguridad nacional, bloqueando así el intento de la oposición y de algunos republicanos de poner un freno legislativo a una posible escalada militar en la región.