La administración Trump intensificó una polémica campaña militar en aguas del Caribe y el Pacífico, justificada como una ofensiva contra el narcotráfico, que ha resultado en la destrucción de múltiples embarcaciones y la muerte de decenas de personas. Estas acciones han sido calificadas como ejecuciones extrajudiciales por la ONU y han provocado una fuerte condena de varias naciones latinoamericanas. Desde septiembre, el Departamento de Guerra de Estados Unidos ha informado sobre ataques contra al menos 18 embarcaciones, causando la muerte de más de 69 personas. La administración Trump ha calificado a los objetivos como “narcoterroristas” y ha designado a los carteles de droga latinoamericanos como organizaciones terroristas, argumentando que estas operaciones son necesarias para detener el flujo de drogas que “envenena al pueblo estadounidense”.
Sin embargo, esta narrativa ha sido cuestionada.
Investigaciones de agencias como AP sugieren que muchas de las víctimas eran pescadores empobrecidos o trabajadores, no miembros de alto rango de carteles.
La comunidad internacional ha reaccionado con alarma; la ONU, la Unión Europea y líderes de Venezuela, Colombia y Cuba han condenado los ataques como violaciones del derecho internacional y ejecuciones extrajudiciales. El propio presidente Trump ha reconocido su responsabilidad en los bombardeos, enmarcándolos como parte de una estrategia de presión sobre el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, a quien acusa de estar “integrado en los carteles del narcotráfico”. A pesar de la controversia, el Senado de EE. UU. rechazó una resolución que buscaba limitar la autoridad militar de Trump, dándole vía libre para continuar con las operaciones.
El despliegue naval en la región se ha reforzado y se espera la llegada del portaaviones USS Gerald R. Ford, el más grande de la flota estadounidense.
En resumenBajo la justificación de una “guerra contra las drogas”, la administración Trump ha ejecutado ataques militares letales contra embarcaciones en el Caribe y el Pacífico, causando numerosas muertes y escalando la tensión regional. A pesar de la condena internacional de la ONU y países latinoamericanos, que consideran las acciones como ejecuciones extrajudiciales, Trump defiende la política como una medida necesaria contra “narcoterroristas” y una herramienta de presión contra Venezuela.