Las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Colombia atraviesan un período de alta tensión, marcado por la imposición de sanciones de la administración Trump contra el presidente Gustavo Petro y su círculo cercano, y las duras críticas del mandatario colombiano a las políticas de Washington. El conflicto abarca desde la lucha antidrogas hasta la política exterior y la compra de armamento. El Departamento de Estado de EE. UU. confirmó la imposición de sanciones directas contra el presidente Gustavo Petro, miembros de su familia y el ministro del Interior, Armando Benedetti, incluyéndolos en la lista de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), conocida como “Lista Clinton”, por presuntos vínculos con el narcotráfico. Además, el gobierno estadounidense revocó la visa de Petro después de que este, durante una protesta en Nueva York, instara a los militares estadounidenses a desobedecer las órdenes del presidente Trump. Petro ha calificado estas acciones como una “persecución” política, atribuyéndolas a su postura crítica sobre el conflicto en Gaza y las intervenciones militares de EE. UU. en el Caribe.
El mandatario colombiano también sugirió que la “rabia” de algunos funcionarios estadounidenses se debe a su decisión de comprar aviones de combate suecos Gripen en lugar de los F-16 ofrecidos por Washington. En un acto de desafío, Petro anunció que, a pesar de las sanciones, viajará a Nueva York en enero de 2026 para participar en el Consejo de Seguridad de la ONU, del cual Colombia será miembro. “Yo tendré el placer de volver a Nueva York, así no quiera recibirme por allá el gobierno federal”, afirmó.
La tensión se ha manifestado en múltiples frentes, con Petro criticando duramente a Trump en foros internacionales como la COP30 por su negacionismo climático.
En resumenLa relación entre las administraciones de Trump y Petro se ha deteriorado significativamente, con la imposición de sanciones y la revocación de la visa del presidente colombiano por parte de EE. UU. Petro ha respondido calificando las medidas de “persecución” y manteniendo una postura desafiante en el escenario internacional, lo que ha creado un clima de profunda desconfianza diplomática.