Trump reiteró su postura en varias ocasiones, afirmando que “realmente odio hacerlo pero no tengo opción” y que Estados Unidos debe actuar “en igualdad de condiciones”.

El anuncio se produjo después de que el gobierno realizara con éxito el lanzamiento de un misil balístico intercontinental (ICBM) Minuteman III desarmado desde California.

El presidente justificó su orden citando que Rusia y China son la segunda y tercera potencias nucleares, respectivamente. La reacción internacional no se hizo esperar: el presidente ruso, Vladímir Putin, instruyó a su gobierno a preparar propuestas para reanudar sus propias pruebas si Washington da el primer paso.

A pesar de esta retórica de confrontación, Trump también ha mencionado la posibilidad de trabajar en un plan de desnuclearización conjunto con Rusia y China, añadiendo una capa de ambigüedad a su política. El secretario de Energía, Chris Wright, intentó matizar las declaraciones del presidente, aclarando que la orden no incluye por ahora pruebas explosivas, sino “pruebas de sistema”. No obstante, la decisión de Trump ha reavivado temores de un “retroceso histórico” y ha puesto fin a un período de casi 30 años sin ensayos nucleares por parte de las grandes potencias, lo que podría alterar significativamente el equilibrio estratégico global.