Este escenario aumenta la incertidumbre sobre una posible intervención en el país suramericano. En una entrevista con el programa *60 Minutes* de CBS, Donald Trump fue consultado sobre si los días de Nicolás Maduro como presidente estaban contados, a lo que respondió: “Yo diría que sí. Creo que sí”.

Aunque descartó una guerra inminente (“Lo dudo, no lo creo”), se mostró ambiguo sobre posibles ataques terrestres, negándose a revelar sus planes.

Estas declaraciones se enmarcan en un contexto de creciente presión militar, con un masivo despliegue naval en el Caribe justificado como una operación antidrogas, pero que funcionarios estadounidenses admiten en privado que busca derrocar a Maduro. Un punto de inflexión clave fue el rechazo en el Senado de una resolución bipartidista que pretendía limitar el poder del presidente para emprender acciones militares contra Venezuela sin la aprobación del Congreso. La iniciativa, impulsada por senadores como el demócrata Tim Kaine y el republicano Rand Paul, fracasó por un estrecho margen de 51 a 49. Kaine advirtió que “los ataques ilegales de Trump contra barcos en el Caribe y las amenazas de ataques terrestres en Venezuela ponen a Estados Unidos en riesgo de guerra de forma imprudente e innecesaria”. Con la derrota de la resolución, la administración Trump mantiene la potestad de decidir unilateralmente sobre futuras operaciones, lo que ha sido interpretado como una luz verde para continuar con su campaña de máxima presión.