La directiva establece además que la prioridad se otorgará "principalmente" a los sudafricanos blancos, o afrikáners.

Esta medida representa una reducción del 94 % en comparación con el límite de 125.000 solicitudes establecido durante la administración anterior de Joe Biden. La decisión redefine por completo el papel humanitario de Estados Unidos en el escenario mundial y ha sido duramente criticada por organizaciones de derechos humanos y defensoras de los refugiados. El documento publicado por la Casa Blanca especifica que, de los 7.500 cupos anuales, la mayoría se concentrará en este grupo específico, lo que introduce un criterio racial y de origen nacional explícito en la política de asilo estadounidense. La medida se enmarca dentro de una serie de políticas migratorias restrictivas impulsadas por Trump, que buscan limitar drásticamente la entrada de extranjeros al país, alterando décadas de tradición estadounidense como receptor de personas que huyen de la persecución y la violencia.