La nueva política priorizará “principalmente” a los sudafricanos blancos o afrikáneres, lo que representa un cambio radical en los criterios humanitarios del país.

Esta medida supone una drástica reducción del 94 % en comparación con el límite de 125,000 solicitudes anuales establecido por la administración anterior de Joe Biden. La nueva cifra de 7,500 es la más baja desde que el programa de admisión de refugiados de EE.

UU. entró en vigor en 1980.

Un documento publicado por la Casa Blanca especifica que la prioridad para obtener este estatus se otorgará “principalmente” a los sudafricanos blancos, una minoría también conocida como afrikáneres. Este enfoque selectivo redefine el papel tradicionalmente humanitario de Washington en la acogida de personas que huyen de la persecución y la violencia en todo el mundo. La decisión ha sido recibida con duras críticas por parte de organizaciones defensoras de los derechos de los refugiados y de derechos humanos, que ven la medida como una renuncia a las responsabilidades internacionales de Estados Unidos y un abandono de los principios de acogida basados en la necesidad y la vulnerabilidad, en favor de criterios que parecen tener una base racial o étnica. La nueva política se enmarca dentro de una serie de medidas más amplias de la administración Trump para restringir tanto la inmigración legal como la ilegal, reforzando los controles fronterizos y limitando el acceso al asilo.