El objetivo central fue firmar acuerdos económicos para asegurar el acceso a minerales críticos, como las tierras raras, y atraer inversión global hacia Estados Unidos.

En Japón, Trump se reunió con la nueva primera ministra, Sanae Takaichi, y aunque hubo un traspié protocolario, ambos líderes proclamaron una "nueva era dorada" en su alianza.

Se firmaron acuerdos estratégicos en tierras raras y energía nuclear, buscando reducir la dependencia de China, que domina el mercado de estos minerales. Sin embargo, el compromiso de inversión japonés fue menor de lo esperado por Washington, alcanzando 490 billones de dólares en lugar de los 550 billones previstos.

En Corea del Sur, la visita estuvo marcada por tensiones previas debido a una redada migratoria.

Trump buscaba una inversión de 350 billones de dólares, pero Seúl, preocupado por la estabilidad de su economía, ofreció un préstamo. A cambio, Corea del Sur logró una rebaja de los aranceles a sus automóviles del 25% al 15%, igualando las condiciones de sus competidores japoneses.

La gira también sirvió para presidir una tregua entre Tailandia y Camboya, un logro que Trump sumó a su lista de éxitos en política exterior. En general, la estrategia de Trump reveló un enfoque transaccional, buscando beneficios económicos inmediatos y alianzas estratégicas para presionar a Pekín antes de su encuentro directo con Xi.