El escándalo ha generado divisiones dentro del propio movimiento trumpista.

La publicación de los documentos ha llevado a que figuras como la congresista Marjorie Taylor Greene lo acusen de traidor, y algunos de sus seguidores han quemado simbólicamente sus gorras rojas en señal de protesta. Aunque Trump no ha sido acusado formalmente en relación con los crímenes de Epstein, la revelación de estos vínculos profundiza las preguntas sobre el entorno del presidente y la red de poder que permitió a Epstein operar con impunidad durante décadas. El caso subraya la connivencia entre élites políticas, económicas y financieras que, según analistas, facilitó el entramado criminal del magnate.