Sin embargo, mantuvo una postura ambigua respecto a una posible intervención militar directa, una estrategia recurrente en su política exterior. Al ser cuestionado sobre una "intervención terrestre", Trump evadió una respuesta clara: "¿Por qué iba a decir que haría eso?

Porque no le cuento a un periodista si voy a ir a la huelga o no".

Pese a las negativas oficiales sobre un ataque inminente, que también fueron expresadas por el secretario de Estado Marco Rubio, la administración Trump ha autorizado operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela y ha desplegado una considerable fuerza militar en el Caribe. Este despliegue, justificado como una operación antinarcóticos contra el llamado "Cartel de los Soles", es el mayor en la región desde 1994 e incluye buques de guerra, cazas F-35, submarinos nucleares y el portaaviones USS Gerald Ford.

La tensión ha escalado a tal punto que, según The Washington Post, Maduro ha reactivado sus vínculos diplomáticos con Rusia, China e Irán en busca de apoyo. El Kremlin confirmó estar en contacto con Caracas, citando "obligaciones contractuales" en materia de cooperación militar. Esta combinación de declaraciones beligerantes, ambigüedad estratégica y una abrumadora demostración de fuerza militar ha creado un ambiente de máxima incertidumbre sobre las verdaderas intenciones de Washington, manteniendo una presión constante sobre el régimen de Maduro.