A cambio, Estados Unidos reduciría del 25 % al 15 % el arancel sobre las exportaciones de automóviles surcoreanos. Esta rebaja es crucial para la industria automotriz de Corea del Sur, ya que iguala sus condiciones con las de su competidor Japón, que ya gozaba de la tarifa del 15 % gracias a un acuerdo previo con Washington. Sin embargo, persisten puntos de fricción, principalmente en la estructura de la inversión.

El gobierno surcoreano prefiere que una parte de sus compromisos se materialice mediante préstamos y garantías para no afectar su estabilidad financiera, mientras que Washington ha presionado por pagos en efectivo más directos e inmediatos.

Este acuerdo no solo tiene implicaciones económicas, como la apreciación del won surcoreano tras el anuncio, sino también geopolíticas, al fortalecer la alianza entre Seúl y Washington frente a la creciente influencia china y la amenaza norcoreana.