El objetivo del encuentro era buscar una salida negociada al conflicto en Ucrania. Sin embargo, Trump declaró que no quería “perder el tiempo” en una “reunión inútil”, argumentando que las negociaciones para un alto el fuego no estaban avanzando.

Este cambio de estrategia fue acompañado por una acción económica contundente: el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones a las dos mayores petroleras rusas, Rosneft y Lukoil. La medida congela los activos de ambas empresas en territorio estadounidense y prohíbe a las compañías de EE.

UU. realizar transacciones con ellas.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, justificó la decisión por la “falta de compromiso” de Putin para poner fin a una “guerra sin sentido”. Desde el Kremlin, la respuesta fue de cautela. El presidente Putin afirmó que las sanciones “no fortalecen las relaciones que justo comenzaban a restablecerse”, mientras que la portavoz de la cancillería, María Zajárova, las calificó de “contraproducentes”.

La medida tuvo un impacto inmediato en los mercados energéticos, con un alza de más del 5 % en los precios del petróleo.