A pesar de esto, la iniciativa ha sido duramente criticada. Opositores demócratas y organizaciones de preservación del patrimonio, como el National Trust for Historic Preservation, han calificado la obra como una falta de respeto a la historia del edificio presidencial. Los críticos argumentan que la demolición del Ala Este, junto con la destrucción de elementos icónicos como los árboles de magnolia y el jardín de Jackie Kennedy, es un símbolo del desprecio de Trump por las instituciones y el orden establecido, una “bola de demolición” que marca a fuego su legado.