El movimiento denuncia lo que considera autoritarismo, segregación racial y discriminación económica por parte de la actual administración, que amenaza la estabilidad del país. Las manifestaciones, que algunos analistas estiman han congregado a cerca de 30 millones de participantes, representan una de las movilizaciones más grandes en la historia reciente del país. El movimiento aglutina a una amplia coalición de trabajadores, estudiantes, intelectuales, colectivos LGTBI y feministas, así como a comunidades de inmigrantes, latinos y afroamericanos. Los manifestantes protestan contra la “discriminación y la persecución, la violación de los derechos humanos, el cercenamiento de los derechos democráticos” y el irrespeto a la Constitución.

El descontento no se limita a los opositores tradicionales; incluso algunos miembros del Partido Republicano, hastiados del “despotismo de Trump”, se han sumado a las protestas para reclamar su salida del poder.

La respuesta de la administración ha incluido el uso de la fuerza policial y militar contra los manifestantes. El movimiento “No Kings” refleja una profunda división en la sociedad estadounidense y una creciente resistencia popular a las políticas y el estilo de gobierno del presidente Trump.