El Pentágono ha defendido las acciones como “ataques cinéticos letales” contra “narcoterroristas”.

El secretario de Guerra, Pete Hegseth, comparó a los carteles con organizaciones como Al Qaeda e ISIS, afirmando: “Si eres un narcoterrorista que trafica drogas en nuestro hemisferio, te trataremos como tratamos a Al-Qaeda.

(...) Te cazaremos y te mataremos”.

Los ataques han sido dirigidos a embarcaciones presuntamente operadas por grupos como el Tren de Aragua y el ELN. Sin embargo, la campaña ha sido fuertemente criticada por su falta de transparencia, ya que Washington no ha presentado pruebas concluyentes que vinculen a todas las embarcaciones destruidas con el narcotráfico. Organizaciones como Human Rights Watch han calificado los ataques como “ejecuciones extrajudiciales” que violan el derecho internacional, al no existir un conflicto armado que autorice el uso de fuerza letal. El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha sido una de las voces más críticas, denunciando los operativos como “asesinatos” y una violación a la soberanía, especialmente tras la muerte de ciudadanos colombianos, a quienes describe como “obreros del narcotráfico” o simples pescadores. La expansión de estos ataques al Pacífico, cerca de las costas de Colombia, ha sido interpretada como un cambio de frente en esta nueva doctrina de guerra contra las drogas.