Este cambio de postura sugiere una frustración en la Casa Blanca por la falta de avances en las negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania. Trump había anunciado previamente que se reuniría con Putin en Budapest, Hungría, para discutir una posible salida al conflicto ucraniano.

Sin embargo, el mandatario estadounidense suspendió el encuentro, declarando: “No quiero una reunión inútil, no quiero perder el tiempo”. Argumentó que las negociaciones para un alto el fuego no estaban avanzando, por lo que consideraba que el cara a cara sería improductivo.

Este cambio de tono fue seguido por una acción contundente del Departamento del Tesoro, que impuso sanciones a las dos mayores compañías petroleras de Rusia, Rosneft y Lukoil. La medida congela los activos de ambas empresas en territorio estadounidense y prohíbe a las compañías del país realizar transacciones con ellas.

El objetivo, según el gobierno, es presionar al Kremlin y ahogar las fuentes de financiamiento para su maquinaria bélica. El presidente ruso, Vladimir Putin, reaccionó a las sanciones, afirmando que “esto no fortalece las relaciones que justo comenzaban a restablecerse” y que la medida tiene un objetivo político de ejercer presión sobre el Kremlin. La decisión de Trump de cancelar la cumbre y endurecer las sanciones marca un cambio en su estrategia diplomática, pasando de un intento de negociación directa a una política de presión económica.