Sin embargo, la fragilidad del pacto se ve acentuada por las contundentes advertencias de Trump, quien ha amenazado con “erradicar” al grupo palestino si no cumple con lo acordado. El plan de paz, impulsado por Estados Unidos con el apoyo de Egipto y Catar, establece un cese al fuego de 40 días, la liberación de todos los rehenes en manos de Hamás, la excarcelación de prisioneros palestinos y la entrada de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. El acuerdo fue recibido con beneplácito por la comunidad internacional e incluso fue reconocido por el presidente Joe Biden.

A pesar del avance, la tregua ha sido precaria desde su inicio, con reportes de ataques israelíes y la muerte de palestinos.

Ante informes de que Hamás planeaba atacar a civiles palestinos, Trump lanzó un duro mensaje: “Si Hamás continúa asesinando gente en Gaza, lo cual no estaba en el acuerdo, no tendremos más remedio que entrar y matarlos”. El mandatario reiteró su amenaza en la Casa Blanca, afirmando que daría a Hamás una “pequeña oportunidad” para cumplir, pero que si no lo hacen, “vamos a ir y vamos a erradicarlos”.

Para estabilizar la situación, Trump envió a sus asesores Steve Witkoff y Jared Kushner a Israel.

El acuerdo, aunque temporal, representa un esfuerzo significativo de la administración Trump por pacificar la región, aunque su éxito depende de la voluntad de las partes y de la credibilidad de las amenazas de Washington.